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Pieles NO

miércoles, 13 de abril de 2011

El himno de los anarquistas españoles


Las canciones de la guerra de España tienen un significado muy especial para mí. Las conozco desde que era pequeña, y era porque mi padre me las cantaba como nanas, para dormirme.Porque no sabía otra cosa. También me cantaba coplas de Conchita Piquer, como Tatuaje, La Parrala y Ojos Verdes. Mi madre no estaba por la labor de acunar criaturas. Pero mi padre era mucho mi padre, y aunque tuvo el mal gusto de hacer la guerra con los rebeldes franquistas, no odiaba al que había sido su enemigo en las trincheras. Me contaba muchas anécdotas, y si yo alguna vez, influída por las Teresianas, hablaba de ellos como unas fieras, él se enfadaba y me decía que eran hombres normales, y que no tenían cuernos y rabo como me querían hacer creer. Desde luego mi padre era un militar muy raro. Una vez yo le pregunté por qué había tenido el mal gusto de hacer la guerra con aquellos impresentables y me contestó que porque él tenía 19 años, ganas de correr aventuras, y en Sevilla, de donde era, no se podía uno alinear más que con los franquistas. Yo esto no lo puedo comprender, pero mi padre, bajo su apariencia de persona seria, era un aventurero. Mi madre, en cambio, era al revés. A mi me costó muchos años entender a mi padre. Mi abuelo sin embargo era republicano y rojo hasta los huesos, era abogado en el Ayuntamiento de Sevilla y le echaron. Estuvieron a punto de matarlo. Por eso a veces pienso que mi padre se fué con las fachas, como alférez provisional, para salvar la vida al suyo. Pero esto no lo sabré nunca. El era muy pudoroso con sus sentimientos, y prefería pasar por un gamberro dispuesto a peger tiros a quien se le pusiese por delante que confesar que lo había hecho por amor filial.
Yo esto del amor filial no lo tengo muy claro, pero pudiera ser. De todos modos, mi padre está muerto y ya nunca lo sabré.
A mi madre tampoco la entendía demasiado. Era hija de "casa bien" y muy de derechas, pero presumía de progre.
Ay señor. Y es que a tus padres, me parece que a veces no llegas a conocerlos nunca.
Pero ellos vivieron una época de aventuras, y a mí me tocó apechugar con la maldita posguerra,triste,larguísima y aburrida, en la que a las niñas nos quisieron convertir, entre las monjas y la clericalla, en unas reprimidas beatas de mierda. Bueno, conmigo no lo consiguieron, pero pagué un precio muy caro.Mi salud.
No quiero lloriquear, pero aquellos años, para mí, fueron tristes, y me amargaron, toda esa gentuza, la niñez y la adolescencia. Y yo aún pude reaccionar, pero tengo amigas que no lo hicieron nunca. Y así les luce el pelo.
Hélas, hélas, hélas.

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