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Pieles NO

sábado, 21 de noviembre de 2009

Uy qué miedo da



La Trilateral

En julio de 1973 nacía oficialmente la Comisión Trilateral tras año y medio de reuniones fomentadas por el Chase Manhattan Bank. Se trataba de una asociación de carácter privado en la que su ideólogo más destacado es Zbigniew Brzezinski[4] que la definió como "el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca".


La Trilateral se articula atendiendo a las zonas geográficas (de ahí su nombre) que rigen el planeta: América del Norte (EE.UU. y Canadá), Europa y Japón. Cada una de estas divisiones dispone de un Comité Ejecutivo que elabora las “recetas” económicas para su área de influencia.


¿Y el llamado Tercer Mundo? Ese no tiene ni representación, para los miembros de cada comité es únicamente una zona de rapiña aún mayor que la de sus respectivas áreas; de hecho, según el propio Brzezinski, uno de los objetivos de la Comisión es "el establecimiento de un sistema internacional que no pueda verse afectado por los ‘chantajes’ del Tercer Mundo". Para este grupo de cleptócratas, los países pobres, sangrados por una ominosa deuda externa, nos son las víctimas sino los verdugos (!).


El órgano máximo de dirección es el Comité Directivo Mundial, presidido por David Rockefeller[5] y en el que están presentes los miembros más destacados de los tres comités regionales.


En 1975 se publicó el ideario político y económico de la Comisión tras reunirse en Kyoto.[6]

A todas las asambleas de la Trilateral asistió la Unión Soviética sin que esto produjera una perturbación para sus miembros ya que "el gran conjunto económico soviético, donde se afirma la concentración de fuertes unidades de producción que, aunque todavía nacionales, operan con fundamentos y capacidad de acción multinacional". Las multinacionales de la Comisión comerciaron con la URSS de forma masiva incluso en tecnología punta (petroquímica, sistemas electrónicos, equipamento industrial, etc.) pese a la Guerra Fría; a la larga esto produjo que la economía soviética dependiera excesivamente de la Comisión.

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