pieles no

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Pieles NO

viernes, 10 de octubre de 2008

CAPITULO XIV

Esta noche van a haber acontecimientos. Dejemos a Arnaldo y a Omar poniéndose las botas a costa del pastel de codornices y las empanadillas y hablando de sus cosas, y a Clodulfo y a Don Nuño con sus partidas de naipes.
El fantasma de Don Arnulfo vuelve a pasearse con su fiel Diana, y esta vez va a dar matraca a su nieto para lavar el honor de la familia.
-NIETO...... dice el ectoplasma del conde Arnulfo con voz cavernosa, despertando a Don Ñuflo.- Estás hecho un blandengue, eres la vergüenza de nuestra estirpe...¡¡Véngate!!! ¡Mata a esa mala mujer, venida de tierras de herejes, afrancesada y descocada!
-¡Ay, abuelo, no me decido!... No veo las cosas claras.¿Y si fuera la verdad lo del íncubo? ¿tú que opinas, que habitas la ultratumba?
- Cabe esa posibilidad, hijo, no es imposible, pero no tengo acceso a ese tipo de información. Yo estoy todavía en un plano muy inferior, pagando mis descabezamientos y empalamientos, y debo deambular de noche por este castillo durante unos cuantos milenios aún. Pero de lo que no me cabe duda es que tu esposa es bastante ligera de cascos...
-¡Ay, pero la amo!¡ y tiene un culito tan respingón!
-¡Los placeres carnales te llevarán al Averno, y tu indecisión, al deshonor!.- dijo el fantasma evaporándose en el aire.
-¡Caray con el abuelo!. Me ha dejado el corazón en un puño. Ya nunca me animaba cuando de mozalbete probaba mi puntería con la ballesta, ni celebraba mis hazañas cinegéticas, pero desde que es un espectro se ha vuelto aún de peor carácter...!¡Ufff!
Y dióse la vuelta y durmióse.
Al rato, un leve chirrido se oyó en los largos corredores del castillo. Abrióse el aposento de la condesa Leonor y salió ésta en salto de cama, con su rubia melena deshecha. Miró a derecha e izquierda y vió de espaldas alejarse al espectro de Don Arnulfo.
-¡Horror, mi suegro!¡Nunca me pudo ver!. Seguro que ha ido a calentarle la cabeza a mi dueño y señor contándole atrocidades de mí...
Y ni corta ni perezosa se dirigió al apartamento de Don Ñuflo, que ya roncaba. Abrió la puerta con sigilo y se introdujo en su cámara y acto seguido en su cama.
Don Ñuflo estaba soñando con bellas odaliscas, con las que pasó buenos ratos entre batalla y batalla y no se sorprendió al encontrarse a su lado un cuerpo tibio y bienoliente que parecia dócil y amable.
-¡Vaya sueño más real que estoy teniendo, carape!-se dijo. -Ojalá no despierte!...
Y no se despertó, pero se lo pasó pipa
A la mañana siguiente, al amanecer, se encontró acostada junto a él a una dama rubia, que dormía dándole la espalda.
-Caray- se dijo medio despierto. ¿será un íncubo de esos? Pero cuando se espabiló y se incorporó vió que era su costilla, dió un respingo de sorpresa y recordó que hacía muchos años que no folgaba con ella. La miró con cierto cariño en su cara ceñuda. Su entrecejo perpetuamente arrugado se distendió un poco, pero se acordó de Gumersindito, y, dándole un cachete en el culo, le dijo:
-¡¿Qué haces tú en mi lecho, adúltera?! ¡Fuera de aquí!
La adúltera, que se hacía la dormida, levantóse riendo y marchóse al tiempo que se envolvía en el salto de cama.
-¡Condenadas mujeres!-rugió en conde. -Pero está buena la puñetera... esto me costará una bronca del espectro de mi padre, que es un cotilla y se entera de todo, pero ha valido la pena!
Y como no tenía que ir a la oficina, ni ningún jefe que le pudiera regañar y expedientar por llegar tarde al trabajo, ya que no trabajaba nada como señor feudal que era,dió un suspiro de satisfacción, diose media vuelta y se durmió otra vez, hasta que a la hora de comer vino un paje a despertarle.

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(continuará)

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